Ya hablamos aquí hace no mucho de la decepción que provoca el western con el que los Cohen, por otra parte, han conseguido hacerse con un buen puñado de nominaciones a los Oscar. Como dijimos entonces, la película carece de casi todos los caracteres propios de un western serio y honrado, que va mucho más allá de sombreros, pistolas y caballos.
Ya de entrada sorprendió la elección del guión a versionar. Tue grit destacó siempre, más allá de la historia, por la genial interpretación de John Wayne (y eso es imposible versionarlo, claro). Lo que ahora ya no sorprende tanto es la lista que los famosos hermanos han confeccionado destacando los westerns que más les han influido. A saber: 1) Hasta que llegó su hora; 2) El fuera de la ley; 3) Greaser’s Palace; 4) Duelo a muerte en O.K. Corral; y 5) El juez de la horca.
Ante esto, cualquiera que haya visto más de dos westerns en su vida podría pensar que simplemente los Cohen pretender epatar al personal haciéndose los raritos. Sin embargo, todo aquel que además haya visto su última película no sólo no dudará de su honestidad sino que sabrá explicarse el resultado.
Hoy día, quien quiera enfangarse en ese dificilísimo género (Wilder nunca dio el paso) sólo podrá optar entre la originalidad de contar la historia del viejo oeste americano como realmente nos dicen hoy los datos que fue (desde luego, no tan salvaje) o la profundidad y la estética de los grandes clásicos (ausentes todos en la lista de los Cohen). Pocas veces se ha optado por la primera vía (quizá La puerta del cielo) y muchas por la segunda, con resultados generalmente muy malos. De entre quienes lo han conseguido, desde luego cabría citar a Eastwood, con Sin perdón.
También los hay que han optado por una suerte de western tuneado a modo de tercera vía y que han salido muy bien parados. Un ejemplo destacado sería el de Tarantino con Kill Bill. Una película (o dos) que tiene más de Ford o, sobre todo, del mejor Leone por fotograma que las dos horas juntas de True Grit.